Marcho al confín del país, donde dudo que estas palabras te lleguen,
pero en este ultimo intento de mantenerme aferrado a la cordura , rasgo unas lineas en este sucio papel.
He visto muerte, he visto guerra, he visto la otra cara del ser humano.
He perdido la esperanza, me cuesta admitirlo , pero solo los dioses saben cuanto deseo tener tu hombro, un hombro sobre el que llorar.
El frió de la tundra hiela mis huesos, y el movimiento del ferrocarril solo nubla mas mi mente, aun oigo los gritos de los hermanos caídos, aun oigo mis gritos, aun noto como las palabras rasgaban mi garganta al salir, y el calor, si, el calor en este desierto nevado, el calor de la sangre de mi camarada caído, su calidez escapándose por mis dedos, su mirada vacía . sus ojos apagándose , cerrándose, no dejando pasar mas las luz, y como escupía su alma en un ultimo intento por pedir ayuda.
El resto de soldados del vagón festejan el seguir respirando, tienen razón, debería celebrar también el seguir vivo, es lo mas lógico, pero yo, yo no paro de pensar, que quizás esta es la verdadera naturaleza del ser humano, el dolor, la desesperanza , la guerra , la muerte.
Y mi esperanza agoniza, inhala su ultima bocanada de aire contaminado por la caldera del tren, y ... bueno , si te escribo estos párrafos, es para que alguien tenga constancia de que una vez, hubo algo de humanidad en mi interior, y jurando, jurando por dios y con la mano en el pecho, diré que es mas grande mi culpa, que mi miedo.
Oigo el freno chirriando, cojo el fusil, me despido de ti, quizá para mañana a esta hora ya no sea humano.
Por favor, recuerdame lleno de alegría.
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