sábado, 28 de septiembre de 2013

El trasfondo de lo inaudito.

Rompiste mi espejo , y los pedazos rasgaron mi realidad, mi planeta se rompió en mil pedazos siendo estos tragados por las órbitas de mil soles.

Y ahora , sin traje de cosmonauta , viajo entre espacios , entre realidades, esa es mi maldición , o bendición depende del momento, y sobretodo del lugar, refiriéndome al lugar como la realidad en la que estoy.

Abro la puerta de una caseta vacía , casi en ruinas, con la madera arañada por el ir y venir de las tormentas de arena pues se haya en medio del desierto y cuando paso a través de ella , me sorprenden los sonidos de la selva, la humedad golpea mi cara , hecho a correr , raudo , mientras la maleza golpea mi cara, y noto como alguna bestia hambrienta corre tras de mi, hasta llegar a un saliente y saltar al vació.

Me despierto en el ático de un rascacielos, mirando una puesta de sol, detrás de mi una fiesta en la piscina , se acerca la noche, la gente sonríe , mientras sostienen copas de algún licor , y entonces hago lo que siempre me toca hacer , interpretar un papel , un guion , mentirles a todos para que no sospechen , en este momento soy un empresario de la gran manzana, podría pagar un apartamento en la luna si quisiese, aunque parezca sorprendente no os miento, ojala lo hiciese.

Hago esto para encontrarte, mientras les muestro a todos el informe de mi ultima patente, y de como generó unas ganancias casi increíbles , busco tu mirada entre los ricachones que allí se encuentran , y seguiré haciéndolo , como te busque en el agua oculta del desierto mientras les hacia creer que era un zahorí , y también quise creer ver tu pelo entre las hojas de la selva, mientras corría para salvar el pellejo que portaba, el de un miembro de una tribu perdida.

Y tu estabas escondida observándome siempre, en el reflejo del licor refugiada entre las copas , en las alturas de la metrópolis , en el viento que me arañaba la cara con sus uñas de arena en el desierto, y eras la bestia que me perseguía en la jungla.

Y este es mi castigo, por actuar delante tuya, por no mostrarte mi verdadera identidad, y por encima de todo, por darte los poderes de una diosa, una diosa vengativa.

Seguiré saltando de plano en plano, hasta que nuestros rostros se enfrenten , y te muestre mi interior, Y entonces comprendas, que mis costillas son las rejas , para males mucho mayores, que unas patéticas , pequeñas , y poco influyentes mentiras, que ahora brillan en la oscuridad, como estrellas. Como recordatorios. 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Donde nunca llegue a ir.

Imperecedera apatía, o eso creía, un simple roce del viento en la mejilla desencadeno pequeñas tormentas, que acabaron mojándome el corazón.
Corazón impermeable, no calo en lo hondo, pero brotaron las semillas del pasado.
Y aun no se ha secado el agua y sigo preguntándome si aun no te has marchado.
Puesto que incluso cuando tu no eres la causante de mi dolor, vuelves en sueños para recordarme que tu sigues siendo la dueña de mi alma.

martes, 3 de septiembre de 2013

El falso lloro de los lobos.

Los lobos se disfrazaron de polillas para atraer sus presas en la oscuridad, todos quieren un trazo de luz para mantener la esperanza en sus respiraciones.
Y yo observo a las almas condenadas desde lejos, meditando, intentando buscar el porqué de este circulo vicioso, de hombres devorando a hombres, y esperanzas fragmentándose.
De daños colaterales, vertebras fracturadas por la presión de la falsa búsqueda de felicidad, y mentes agrietadas por la desesperación de no saber abrir una ventana y encontrar aire puro.
También observo a los depredadores , a los canes, a los que se creen reyes de la escena, desfigurando caminos, destrozando ilusionas a cada paso, pudriéndose por dentro, perdiendo el juego, cuando creen alzar la copa.
No hay maldad en su interior, simplemente, no encuentran una manera mejor de vagar por este yermo, de enfrentarse a la realidad, de librarse de las cadenas en las que cada eslabón es un sentimiento contrariado..
Pero hoy ya es tarde para llegar a alguna conclusión, y noto las miradas acusadoras en mi nuca.
Quizá mañana, quizá otro día, seguiré encendiendo mi linterna en la oscuridad, con la intención de salvar a algún otro idiota de caer en las garras del monstruo, al que ellos llaman destino.
Para caer en las mías.