miércoles, 25 de septiembre de 2013

Donde nunca llegue a ir.

Imperecedera apatía, o eso creía, un simple roce del viento en la mejilla desencadeno pequeñas tormentas, que acabaron mojándome el corazón.
Corazón impermeable, no calo en lo hondo, pero brotaron las semillas del pasado.
Y aun no se ha secado el agua y sigo preguntándome si aun no te has marchado.
Puesto que incluso cuando tu no eres la causante de mi dolor, vuelves en sueños para recordarme que tu sigues siendo la dueña de mi alma.

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